La crisis está golpeando a los establecimiento hosteleros. Cada uno de forma diferente, según su ubicación, sus productos, la suerte que ha tenido su clientela. El establecimiento ve cómo cada cliente le visita menos, consume menos, y va sólo o casi sólo.

Algunos aspectos cómo la Ley antitabaco, los constantes controles de alcoholemia hacen que la repetición del consumo tras un cigarrillo, y la ingesta de alcohol sea escasa o nula, salvo que se consuma comida. Esas realidades, sin duda positivas, junto con una profunda crisis en los bolsillos de los españoles, y con un iva lacerante hace que el hostelero esté en una situación cómo nunca antes había visto. Más factores podemos citar pero no es el caso.

Los hosteleros deben lanzarse a la gran aventura de reorganizar su oferta con todas estas realidades. Estos factores han venido para quedarse pero ello no quiere decir que la hostelería no tenga futuro, en países con menos renta que la nuestra tenemos una industria del servicio hostelero buena y grande. Nunca nuestro país contó con tantas Estrellas Michelin, la calidad se abre paso. Ese es el punto de arranque para encarar todos esos factores adversos, la calidad. Calidad que en el mundo del café es posible ya que es un producto con tanto matices y posiblidades que , junto a la coctelería, es posible realizar elaboraciones de calidad y sorprendentes.