La principal consecuencia de la ingesta de cafeína, sea vía una taza de té, café, bebida energizante o demás, es la de despertarnos, ergo su consumo generalizado en la mañana. “Básicamente, la cafeína inhibe algunos receptores o sustancias que producen sensación de adormecimiento en nuestro cuerpo”, explica la doctora Claudia Arroyave, médica toxicóloga clínica y profesora de la Universidad CES.
También, la cafeína afecta las sustancias que estimulan o deprimen nuestro sistema nervioso central, que a su vez inciden en asuntos como qué tan somnolientos, calmados, despiertos o activos nos sentimos.
“Además de estimular ese estado de vigilia”, dice Arroyave, “se ha demostrado que mejora el estado cognitivo de los pacientes, es decir, su capacidad de procesar información”. Esto explica, por ejemplo, por qué luego de una taza de café nos sentimos más productivos.